Ben Carson tenía muy pocas posibilidades de triunfar en la vida. Hijo de padres separados, criado en la pobreza y rodeado de prejuicios gracias, se volvió un niño irascible y un mal estudiante. Aún así, su madre, que siempre creyó en él, fomentó su imaginación, su inteligencia y, sobre todo, la confianza en sí mismo. Fue precisamente esa fé la que hizo que se convirtiera en un de los mejores neurocirujanos del mundo.